El coronavirus cambió toda nuestra vida y con el confinamiento obligatorio nos hemos dado cuenta de que lo que nos hace felices ya lo tenemos, y que lo importante está ahí, más cerca de lo que pensamos: un abrazo, unas vacaciones o comida familiar, o una cena con amigos. Hemos descubierto a quién añorábamos realmente, qué detalles de nuestra vida cotidiana son los que más hemos echado en falta y a qué lugares estamos deseando regresar. Un paseo por la mañana por la Playa de Maspalomas o Playa del Ingles antes de disfrutar de un fantástico buffet de desayuno, relajarse bajo el palmeral, deleitarse con una cena deliciosa o darse un masaje en uno de nuestros Spas.
Y con todo esto debemos evolucionar, porque es un momento de grandísimas oportunidades. Aunque ya tenemos unos hoteles “con alma”, y no debemos cambiar su esencia, lo que sí estamos haciendo es adaptar procedimientos, procesos y tareas de gestión a la “nueva normalidad” sin perder el “alma” que tienen y convertir la necesidad de cambiar en una virtud.